Escribir tu vida en un diario, cuando las condiciones en las que te hallas inmerso no son nada favorables, no debe dar lugar al uso de muchas florituras lingüísticas. Quizá por eso el estilo que Arturo Martínez utiliza sea puramente directo y sencillo, en esta su primera incursión en la ficción literaria, donde narra las peripecias de Eliseo Rekalde, misterioso personaje al que conocemos gracias a las anotaciones recogidas en sus diarios. A veces, demasiado sencillo. No vamos a encontrar en Los cuadernos de Rekalde nada parecido —modo pedante on— a la prosa poética. Poco lugar hay para regocijarse en frases o párrafos que enamoren, reclamen su espacio en nuestras cabezas y se queden ahí, yendo y viniendo según transcurre la vida. El protagonista a veces se acerca, un poco peligrosamente, al arquetipo de tipo duro, un tanto manido, capaz de salir de las situaciones más peliagudas, en un argumento que, en principio no destaca por su originalidad.
Y ahora, las buenas noticias, que a uno le gusta empezar por las malas.
Tengo la impresión de que los comentarios recogidos en el párrafo anterior, que podrían entenderse como negativos —y, efectivamente, lo son— constituyen al mismo tiempo los puntos fuertes de la novela. Si hay un aspecto a destacar en este trabajo es que su lectura resulta entretenidísima, contribuyendo a ello esa agilidad que le suministra el lenguaje espontáneo y sin adornos con el que Eliseo Rekalde —“escritor aficionado y fugitivo profesional”— plasma los acontecimientos en los que se ve envuelto durante su periplo por casi medio mundo. El estilo sencillo de las narraciones del protagonista, a pesar de esos rasgos un tanto estereotipados y el elevado uso de lugares comunes, acerca a éste al lector, mucho más eficazmente de lo que suelen hacerlo los héroes habituales, haciéndole simpatizar con el personaje desde las primeras páginas.
Otro aspecto muy remarcable de la novela es la descripción de los diferentes entornos físicos, a la que el autor — viajero incombustible— dedica buena parte de la narración. Desde selvas tropicales a parajes yermos y resecos; de salones de hoteles de lujo y despachos gubernamentales, a barriadas marginales y cuarteles de policías corruptos. Y mar, mucho mar. De la historia podría muy bien extraerse la crónica de un viaje por aquellas latitudes, algo muy relacionado con la actividad literaria de Martínez anterior a este trabajo. Una muy buena documentación, así como, sospecho, las propias vivencias del autor, dotan asimismo a la novela de un interés añadido. Abundan los pies de página que, lejos de resultar inapropiados por impedir una lectura lineal, se muestran eficaces y oportunos por su capacidad de aclaración.
Aventuras aderezadas con crónica viajera…o viceversa. Cada lector decidirá. En definitiva, un muy buen primer trabajo de Arturo Martínez, cuya segunda novela está al caer y esperamos con expectación, dados los buenos resultados de esta primera entrega.
He viajado por todo el mundo con este libro.
ResponderEliminarDobles (o triples) gracias, Manuel. Por haberte lanzado a probar nuestro nuevo punto de encuentro, por haber elegido mi novela como primera contribución, y por lo acertado de tus comentarios.
ResponderEliminarCoincido contigo en casi todo lo que dices. El tal Rekalde es un personaje aparentemente duro, pero en el fondo un sentimental, necesitado de cariño como cualquier otra persona, que de la manera más tonta se ve metido en una vorágine de aventuras.
Y sí, comparte conmigo sus viajes por el mundo, su profesión, su pasión por el mar, y -curiosamente- la manera de escribir. Hasta el punto de que ya no se quién imita a quién.
Alguien me dijo que está agotado, es cierto?
ResponderEliminarFalso, pero casi cierto, en el sentido de que no es fácil de encontrar. Pero en casa tengo algunos ejemplares, que siguen en venta.
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